Estante Verde: Notas


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Entrevista en DPI Magazine 

 

1.      ¿Hay algún período o estilo del arte que te haya influenciado? ¿Cómo definirías tu estilo?
 Al no tener formación académica, mis acercamientos al arte fueron desprolijos e incompletos, de modo que no podría hablar de períodos. Creo que todo lo que me rodea y me rodeó (música, gente, libros, etc), sobre todo en la infancia, fue dejando marcas e influyó en mi forma de mirar, hacer, vivir. Seguramente las reproducciones que había colgadas en las paredes de mi casa de infancia de El Bosco, Van Gogh, Modigliani, o los libros de arte, o determinados objetos, sean parte de mis influencias.
Hay mucho de lo que aparece en mi trabajo que no puedo explicar de dónde viene. Recuerdo los primeros dibujos que expuse: en su mayoría eran personajes y climas que parecía salidos de la Europa de post guerra. Hasta el día de hoy no puedo explicar porqué hice esos personajes ni de dónde vienen: salieron.

Me cuesta también decir “mi” estilo, y si es que lo puedo llamar así, creo que fue variando a lo largo del tiempo. Y acá sí veo influencias de las distintas épocas y modas.
Estudié solo un año en la escuela Bellas Artes, luego en talleres, y más tarde empecé a trabajar en publicidad. Esto me acercó a distintas maneras de hacer, pero en el momento de empezar a dibujar pensando en libros, los materiales con los que me manejaba tenían más que ver con el tablero y lo que se usaba en publicidad que con los grandes formatos y el caballete. Eran las lapiceras Rotring, los lápices y las tintas, materiales que solía ver también en aquel momento en los libros ilustrados.
Hubo dos ilustradores argentinos a los que seguí, de los que aprendí y a los que me quise parecer: Saúl Oscar Rojas (http://www.sauloscarrojas.com.ar/) y Nora Hilb (http://www.norahilb.com.ar/). Quería aprender de la libertad de Oscar, con un componente plástico muy fuerte, poco usual en los libros para chicos de aquel momento, y de la prolijidad y dulzura de los dibujos y personajes de Nora. Creo que de los dos aprendí y claramente influenciaron mis primeros pasos.
Como decía antes, no es fácil para mí definir mi estilo, pero sí me veo en todo lo que hago e hice, y aunque no siempre me guste lo que veo, ahí, en mi trabajo, estoy yo.

2.      ¿Qué materiales, herramientas o técnias has usado y por qué los elegiste? Habitualmente, ¿cuál es tu proceso creativo?
Depende del libro que esté por encarar. Si se trata de un encargo, es la lectura y lo que me provoca ese texto el motivo por el que elijo un material u otro. Trabajo mucho con medios acuosos: gouash, acuarela, tintas y nogalina (escamas que se diluyen en agua para teñir madera) -descubrí esta última técnica, asistiendo a los talleres de Oscar Rojas y se convirtió en uno de mis materiales favoritos-. Pero ya hace tiempo que integré también las témperas (sobre todo para sellos), el acrílico, el collage y alguna vez el óleo. Como con estos últimos materiales soy lenta y los tiempos de entrega suelen ser cortos, son técnicas que aunque quisiera usar, muchas veces tengo que resignar.
Pero por suerte tuve y tengo, cada vez más, oportunidad de trabajar a mí gusto. Cuando del Fondo de Cultura Económica me encargaron ilustrar Rutinero –un libro de poesía de Níger Madrigal-, me dieron el tiempo suficiente para hacerlo y eso me permitió trabajarlo íntegramente en collage, técnica que había descubierto ya hacía un tiempo y con la que había hecho “El poeta y el mar”, un trabajo personal -que publicará este año la editorial Kalandraka en España -, y que disfruto enormemente.
Lo habitual, cuando se trata de encargos, es que una vez recibido el texto, lo lea varias veces. Ya en la primera lectura surgen climas, situaciones y hasta posibles personajes. Como me gusta poder llevar el texto conmigo a cualquier parte y también me gusta el papel, lo imprimo, y ahí mismo, en los márgenes, hago anotaciones, pequeños dibujos, cosas que luego voy a usar para continuar bocetando. Suelo plantear el libro entero en una o dos hojas A4, en pequeñísimos dibujos, sin detalles, para ver el ritmo del libro completo. No me gusta trabajar bocetos muy terminados y trato de no hacerlo. Incluso a veces preferiría ni siquiera bocetar y pasar de los pequeños dibujos directamente a los originales. En el caso de Rutinero, donde trabajé en collage, hice solo pequeños bocetos, donde se podía ver la figura y el manejo espacial. Luego armé una paleta de color con los papeles que usaría en estos collages y de ahí, una vez que los editores aprobaron los bocetos, pasé directamente a los originales.
Cuando se trata de un trabajo personal, donde escribo el texto y hago las imágenes, puede ocurrir que el punto de partida sean las imágenes.  Pero en cualquiera de los casos, necesito hacer un planteo mínimo del libro completo, cantidad de páginas y formato, para ver el ritmo.
  
3.     Encontramos una gran atmófera poética en tu trabajo personal, y alegría en tu trabajo educcacional. ¿Cuál es la diferencia entre tu trabajo personal y el que es por encargo?¿Podrías compartir con nosotros tu estética o  filosofía de trabajo?
Para explicar esto, necesito contarles algo más de mi comienzo en el mundo del libro ilustrado.
Mucho antes de imaginar que podía ser ilustradora, creé un personaje llamado Lu, del que hice algunas historias pequeñas de cinco cuadros, sin palabras. Pasado un tiempo me acerqué a una editorial para ver si podían interesarles. A la editora le gustaron mucho, pero no quiso editarlos porque pensó que sin palabras sería un libro difícil de vender. A cambio, me ofreció un libro para ilustrar: “Había una vez un delfín…”, el primero. Trabajé un estilo similar al de mi personaje. A partir de este libro surgió un nuevo encargo. Esta vez fue un libro educacional para niños de seis años, primer grado de la escuela primaria. En este caso aparecieron las pautas, tanto en el tipo de personajes, espacios en los que manejarme, indicaciones de qué ilustrar e incluso de color, y acá el humor o la alegría también formaban parte del pedido. Eran más de 100 páginas donde todo estaba pautado. Con este libro aprendí a adaptarme, a correr con los tiempos, y satisfacer las necesidades de un editor. ¡Diría que fue un aprendizaje intensivo!
 A partir de entonces, casi todos los trabajos que iban llegando a mis manos eran pautados. Trabajé así por años, adaptándome y satisfaciendo. Pero con ninguno de estos libros pude aprender a interpretar. Es más, ¡ni siquiera pasaba esa idea por mi cabeza!
Por un lado, esto me dio lo que llamo “oficio”, por otro, durante mucho tiempo esto atrofió mis posibilidades creativas. Podía sentirme orgullosa de mi buen cumplimiento, de ser algo así como una buena hacedora, pero no sentía el orgullo que sentí años después trabajando en un libro propio con absoluta libertad.
Tardé mucho tiempo en animarme a esa búsqueda, en parte porque me aterrorizaba la idea de quedarme sin trabajo. Si yo cambiaba, tal vez nadie me volvería a querer… Y, a la inversa de lo que uno supone, la falta de pautas, la sola idea de que nadie me dijera qué hacer, o por el contrario, que me dieran total libertad, me hacía entrar en pánico, me provocaba una enorme inseguridad.
Unos cinco años después de los primeros encargos, entré en crisis, y empecé a intentar hacer mis propios libros.
Por esos años me había acercado al Foro de Ilustradores donde compartíamos charlas, trabajo y libros con muchos colegas, y fue ahí que empecé a mirar los libros ilustrados de otra forma, a descubrir cuánto de uno mismo se podía poner como ilustrador, tanto en la hechura como en la interpretación de un texto.
Actualmente hago ambas cosas: trabajo con pedidos específicos, en libros educacionales, y hago libros propios o por encargo donde el único pedido es que sea yo, con libertad. Incluso este año ilustré un afiche para el Encuentro Internacional de Narradores y la tapa aniversario para la revista Cultura LIJ. Si bien me siento profundamente atraída por la poesía y lo poético -y eso aparece claramente en muchos de mis trabajos personales-, considero que sigo abierta, buscando, y que en cada texto nuevo puedo descubrir algo más de mí misma.  


4.      Por favor, háblanos de tu trabajo personal "Un señor en su lugar", ¿qué imaginario intentás mostrar?
  Este libro, como todos, tiene su propia historia. Nació de una imagen que soñé. En el sueño (era un sueño dibujado) aparecía el hombre en un bosque. Cuando desperté, lo dibujé para no olvidarlo. Meses después necesitaba una postal para exponer junto a otros colegas en la Feria del Libro Infantil y usé esa imagen.
Un año después el “hombre” seguía dando vueltas por mi cabeza, no me abandonaba. Hasta que me di cuenta de que el hombre había estado paseando por “mi” sueño. Y así es como comienza el libro, con esa imagen y la frase “Un señor se pasea por un sueño.”
Decir que hay una intención, sería cerrar el libro a una única lectura, la mía. Si bien eso estuvo presente al hacerlo, creo que lo valioso será que otros opinen cuando esté editado.
Aunque puedo decir que jugué tanto con lo onírico como con preguntas que me hago y no termino de responderme, y para las que cada uno tendrá sus respuestas.: ¿qué lugar deben tener las cosas, las personas? ¿hay un único orden para todo o cada uno encuentra un orden propio?



 5.      ¿Podrías compartir con nosotros algo acerca de Uno y Otro y Haiku? ¿De qué tratan estas historias?
“Uno y Otro” fue es primer libro álbum mío que se publica, diferente a todo lo que había hecho hasta entonces. Texto e imagen son inseparables, ya que es la imagen la que lleva a que el texto pueda leerse de distintas maneras. Es un libro que de habla del rechazo y la aceptación de lo distinto. Los personajes son Uno, Otro, Todos, Nadie y Alguien, pero también son pronombres... A partir de esto creo que surgen muchísimas lecturas, incluso más de las que imaginé cuando lo hice. El libro empieza así: “Uno tiene su mundo”. “Otro tiene el suyo”. “Todos saben que un día Uno y Otro se encontraron”.

“Haiku” es el primer libro que hago con una escritora, pero en equipo de verdad, como proyecto personal de las dos. Teníamos muchas ganas de hacer un libro juntas. Iris Rivera, la escritora, me dio varios textos que tenía escritos para que yo eligiera. A partir de la elección de uno de ellos, trabajé por mi cuenta (no mucho), y después empezamos a reunirnos. Ahí vino el intercambio. Trabajamos juntas tanto en las palabras como en la imagen, no porque yo escribiera o ella dibujara, sino opinando, buscando dejarnos una a la otra un espacio para narrar, para no superponernos y en todo caso sí, para que aparecieran nuevas opciones. Es un libro que habla de la amistad y del encuentro entre dos culturas, muy poético. ¡Adoro ese libro!

6.     Como artista, ¿fuiste influenciada por tu propio país, Argentina? ¿Podrías compartir con nosotros la diferencia de estilo entre la ilustración tradicional y la moderna en tu país?
Argentina es un país muy grande, donde las manifestaciones culturales son muy variadas, las nativas y las de los inmigrantes de distintas épocas.
Nací y vivo en Buenos Aires, frente al Río de la Plata, frente a Uruguay, lugar donde desembarcó y desembarca permanentemente gente de distintos países trayendo sus propios códigos. No soy socióloga ni antropóloga, pero creo que esa es la mayor influencia que recibo en distintos aspectos de mi vida, no solo en la ilustración.

No, no sabría decir cuál es la diferencia. Recuerdo los libros ilustrados que miraba cuando era chica… había libros moralistas y con imágenes y personajes estereotipados, pero también había de los otros, con textos e imágenes que dejaban mucho espacio para la imaginación. Creo que lo mismo ocurre hoy en día, y en todo caso, la gran diferencia que noto son los medios y la calidad de las ediciones, papeles, impresión y la variedad de oferta.
La diferencia más grande que viví en todo lo cultural (y en la vida en general), tuvo más relación con lo político. Ahí sí viví y vi grandes cambios, ya que nuestro país estuvo gobernado por muchísimos años por dictaduras militares. La vuelta a la democracia abrió paso a formas más libres de hacer y decir, y esto se vio reflejado en todo, el cine, la música, las artes en general, y por supuesto también en la literatura infantil.

7.     ¿Cuál de tus trabajos cosiderás favorito o más especiale? ¿Podrías compartirlo con nosotros y decirnos las razones?
Imposible. Es como si me pidieran que dijera a cuál de mis hijos quiero más. Cada uno es especial por algún motivo. “Uno y Otro”, porque fue con el que logré romper el círculo y empezar una producción propia; “Rutinero”, por el placer que me dio hacerlo y la libertad que me dieron los editores, y también porque fue el primer libro de poesía que ilustré; “Haiku”, porque fue el primero hecho en equipo; “Un señor en su lugar”, porque marcó un nuevo cambio y fue (para mí) la prueba de que no me había agotado en el primer libro. Y hay más… uno que editará este año Callis (Brasil) que se llama “Papá y yo, a veces”. Fue el último libro que hice (texto e imagen), y emocionalmente, es de los más importantes.


8.      ¿Qué planes tenés para el futuro?
¡Seguir haciendo libros! ¡Y, este año, disfrutar la publicación de varios libros que tenía hechos y aún no se publicaban!

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