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De a poco, viajando,
descubro qué clase de viajera soy.
Llevo máquina de fotos, pero
en general la olvido o la dejo deliberadamente en el hotel. Después me
arrepiento.
Así y todo, capturo
imágenes. No puedo compartirlas, al menos no de la forma en que lo haría si
tuviese una fotografía.
De todos modos, las fotos
que saco, y las que no saco, hablan de mí, de cómo viajo, de cómo vivo los
viajes.
Esta vez, descubrí
rotundamente que no sirvo para hacer turismo clásico. Que soy de los que viajan
al encuentro de la gente y las vivencias.
No sé ser turista a menos
que un mes antes haya leído una guía completa acerca de la historia del lugar
que voy a visitar, y haya apuntado lo que me interesa ver, conocer.
Esta vez no me dieron la
cabeza ni los tiempos para investigar y armar un plan. Lo único que pude
planear fueron los power point que me ayudarían en las charlas que compartiría
en San Pablo y en FLIPORTO (Olinda). Creo que la ansiedad previa al viaje,
sumada a los trabajos que tenía que terminar antes de partir, no ayudaron.
Viajé con 21 kilos de
equipaje de los que muchos eran papeles y libros, dibujos, alguna mermelada, un
gran paquete de Criollitas, y otro tanto, o más, ropa: ropa para calor, ropa
para lluvia, ropa para estar cómoda, ropa por si me quería arreglar más que lo
habitual, ropa para playa, ropa por las dudas, ropa porque no iba a poder lavar
ropa… demasiada ropa, como siempre. Volví con 21 kilos, otros libros, la misma
ropa. Pero además de lo que traje en la
valija y lo no está en ninguna foto, traje afectos, encuentros, palabras,
miradas, sabores, climas, colores.
Viajo compartiendo, de eso
no tengo dudas. Y también viajo buscando encontrar mi ritmo en el nuevo ritmo
que implica el trabajo, las visitas a escuelas o a ferias.
Me acomodo a lo nuevo, a lo
desconocido, a otro idioma, me adapto, disfruto, pero también busco donde tirar
mi ancla un rato, para no perderme, para reencontrarme. Y es así como más
disfruto los encuentros nuevos, recuperándome en alguna isla de soledad o
hermanándome con la gente.
Estos viajes llenos de
actividad, con gente que trabaja con libros, siempre me regalan nuevos amigos.
Y encontré mis lugares, y
encontré hermanos.
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