viernes, 26 de noviembre de 2010

Algo para recordar

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¡O para que no se olviden!
El miércoles 1 de Diciembre:

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Gran presentación gran de
Un señor en su lugar
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jueves, 25 de noviembre de 2010

Regalar

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Para mi querida amiga P.


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Le debo la música...


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martes, 23 de noviembre de 2010

Mi lechuza para La Lechuza

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martes, 16 de noviembre de 2010

Un, dos, tres

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miércoles, 3 de noviembre de 2010

De corazón a corazón

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2-11-2010


Pasadas las 8.30 hs. de la mañana pasó a buscarme Sebastián Urquiza,
director de la escuela especial 516 de La Matanza.
Sebastián es un hombre joven, entusiasta, de mirada y sonrisa franca,
un chico en el cuerpo de un adulto, o un adulto de los que eligen cómo vivir.
Charlamos y charlamos durante la hora de viaje, conociéndonos.
Él manejaba, se entusiasmaba de a ratos y moviendo las manos para decir,
soltaba el volante. Y aunque él no sabía ni sabe de mis miedos de ruta,
por algún motivo nada me intranquilizó, al contrario,
ir en su auto era como estar sobre el lomo de un caballo que vuelve al establo,
un caballo que conoce cada piedra y cada pozo,
y así, casi a ciegas, vuelve. Así llegamos.

Bienvenida fue la palabra.
Bienvenida me dijeron las miradas, los besos, los abrazos.
Chicos y chicas, corazones y corazoncitos abiertos
como la puerta siempre abierta de la escuela que me invitaban a entrar.
Bienvenida me sentí, me hicieron sentir.

Una escuela.
Especial, la escuela: por única, por las ganas de todos, por la garra,
por las paredes pintadas, por lo que se vive y se hace día a día,
por la falta de luz y el grupo electrógeno de último momento,
por los caminos dibujados en el patio para encontrarse o no perderse,
por los pájaros y sus patas de tinta, por los libros conseguidos,
por el comedor para tantos, por las manos generosas, por el pan,
la gallina, el gallo y los patos, por la huerta y el jardín,
por la panadería abierta al barrio,
por el camino de llegada que ahora es asfalto,
por el sol, por los muchos soles de hoy,
digo que es una escuela especial, única.

Un camino adentro.
Los soles tienen corazón y saben regalarlo.
Lo regalan jugando, agasajando, compartiendo, mirando.
Lo regalan llevándote de la mano con los ojos vendados
por un camino inventado, de piedras, de pasto, de arena,
de agua de río y puente de cañas, un camino que se anda descalzo,
confiando, abriendo la boca para recibir,
dejando que tus manos vayan a donde te guían otras manos,
un camino al que sólo se llega dejando que te lo inventen
y te lo regalen, haciéndole un nido en tu propio corazón,
dejando el agua del río correr.

El patio era una fiesta.
El sol de Noviembre brilló toda la mañana,
acalorándonos a nosotros, sus hijos,
generando fuegos a través de las lupas,
dibujando a dos manos corazones quemados,
pintándonos los labios de rojo para sellar besos,
guardando fuegos secretos en cajas.
Brilló para un cazador de incendios
y para las voces de los enamorados.

Un camino rojo y una como las de Chaplin. De estreno.
Vamos detrás del pájaro, de sus huellas.
Nos acomodamos en las butacas y la magia en blanco y negro empieza a rodar.
-Acá, no- dice alguien desde la puerta, y seguimos andando.
Son ellos, somos nosotros los protagonistas.
–Acá, no- otra vez. Pero como puertas hay muchas, las golpeamos.
–Mmm… puede ser- Así nos encontramos. Así los quiero volver a ver.

Barriletes sin viento.
Nos amontonamos en dos círculos de sombra.
Sebastián volvía a presentarme como yo misma me presenté una vez.
María dice: …estudié dibujo y pintura, hice escultura en cartón piedra,
tuve dos hijos, arreglé enchufes, cambié cueritos, cambié pañales,
hice lámparas, planté más de un árbol, ilustré un montón de libros…
pero nunca remonté un barrilete.
Como todo era sorpresa, no me pregunté qué hacíamos ahí.
Vi asomarse un ala roja como el día que mis viejos
hicieron aparecer la bicicleta -roja también-,
vi mi cara sin espejo, lamí la mezcla salada de lágrima y sudor,
y como en el mejor día de los Magos, abrí las manos para recibir.
Salimos de la sombra corriendo hacia los barriletes que venían hacia nosotros.
Muchas manos y muchas voces
me acompañaron en la responsabilidad de tener el piolín,
en el juego de correr buscando el viento.
Gritaron una y otra vez: -Soltá, tirá, corré. Y yo corrí, tiré, solté.
Los Magos, los soles con corazón,
me guiaron hasta regalarme el viento y mi primera vez.

Y como si esto fuera poco…

En una ronda nació la pregunta -¿Qué harías si te regalaran un corazón?









Hoy no alcanza la palabra gracias para agradecer.
Solo espero que mi corazón haya quedado en ese jardín,
cerca de ustedes, bailando en el viento.

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ACTUALIZACIÓN
¡Llegó la peli.. " como las de Chaplin"!

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ACTUALIZACIÓN 16-11-10

Desde la escuela 516, llegó:
De Corazón a Corazón
en fotos



Lectura,

y más lectura.

Un recuerdo del río.

Un beso para guardar.

Se viene.... un barrilete!


Primer intento!


¿Qué harías?

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